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Los daños colaterales de un cepo recargado

Los daños colaterales de un cepo recargado

El cepo original, vigente en el período 2012 y 2015 tuvo una brecha cambiaria promedio del 45% actualmente es del 70%. Para financiar al Tesoro antes fue necesario 2.8 puntos del PIB promedio, ahora la emisión monetaria llegó a 7 puntos del PIB y las reservas del BCRA están al límite.


Durante la vigencia del cepo original, entre 2012 y 2015, la brecha cambiaria se había situado en el 45 % promedio, la emisión monetaria para financiar al Tesoro había sido de 2,8 puntos del PIB promedio y al final del ciclo, en diciembre de 2015, las reservas de libre disponibilidad del Banco Central llegaron a terreno negativo.

Con el cepo recargado, el daño colateral es mayor y va más rápido con una brecha cambiaria tendiendo al 70 %, una emisión monetaria que en los últimos doce meses fue equivalente a 7 puntos del PIB y reservas de libre disponibilidad cerca del límite.

También este contexto incluye el cierre de la ventanilla del BCRA a las empresas con deudas financieras en el exterior, por hasta el 60 % de sus compromisos, con un impacto tremendamente negativo ya que la cotización de bonos corporativos tienen una tasa de interés incompatible con el funcionamiento normal de las empresas. El ejemplo de YPF, cuyos títulos pasaron a devengar un rendimiento de 17 % anual en dólares, se destaca.

Entre las medidas anunciadas recientemente, la de efecto más inmediato es la limitación y el encarecimiento del acceso a particulares de los 200 dólares por mes. Pocos podrán seguir ante los costos, manteniendo ese cupo de compra.

De igual modo el objetivo de preservar reservas del Central se verá contrarrestado por otros mecanismos. Léase «dólar blue»

Otro de los daños colaterales es el saldo de caja del comercio exterior, el cual puede debilitarse, por aceleración de pago de importaciones y freno en las exportaciones. En el caso de las exportaciones de servicios profesionales se liquidarán cada vez menos a 78 pesos.

Además, el crédito comercial externo podría achicarse aún más, después de una contracción estimada de 9 mil millones de dólares en 12 meses. Adicionalmente, la medida que afecta el crédito de las empresas hace que no deba esperarse ingreso de capitales y que, en el mejor de los casos, pueda conseguirse una refinanciación parcial de vencimientos que alcanzan (en este segmento) a 3,3 mil millones de dólares hasta fin de marzo, indica el artículo de Jorge Vasconcelos, para la Revista Novedades Económicas del IERAL, Fundación Mediterránea.

No se trata sólo de lo financiero y cambiario. La incertidumbre desatada puede afectar los planes de producción y empleo. Para que la oferta de bienes fluya, se necesita conocer el valor de reposición de los insumos y partes involucrados en el proceso productivo, y eso no está asegurado.

Turismo:

En este sector el artículo destaca que hay una marcada asimetría del “dólar tarjeta”: para los locales se ubica casi 70 % por encima del tipo de cambio oficial, pero para los extranjeros que vengan al país no habrá ese incentivo, ya que su poder adquisitivo (pagando con tarjeta) se limitará al valor de la paridad oficial. Cuando los flujos turísticos comiencen a normalizarse, para los argentinos será caro salir al exterior, pero para los visitantes no será barato este destino, salvo para los que llegan con “dólares billete”, que operan en la informalidad.

Esta dinámica ya se vivió durante el cepo anterior, con una fuerte pérdida de participación de la Argentina en el mercado del turismo: entre 2010 y 2015, mientras el flujo mundial de turistas creció un 25,5 % entre puntas, el arribo de extranjeros al país cayó un 13,0 %, una brecha de nada menos que 38,5 puntos porcentuales. Un costo altísimo en términos de ingresos de divisas al país y de generación de empleos.

El Presupuesto para 2021 recientemente presentado no repara en este riesgo, al estimar una variación de 29 % para los precios al consumidor. Sería, en la visión oficial, el resultado de reducir el déficit primario del sector público, desde 8,3 % del PIB este año a 4,2 % en 2021. Incluso, si la inflación fuera mayor a 29%, seguramente parte de la recaudación subiría más de lo previsto, y el déficit podría ser menor.

Detrás de las presiones inflacionarias no debe incluirse sólo el tamaño del déficit fiscal ya que para atenuar el impacto de una emisión de pesos por motivos fiscales equivalente a 7 % del PIB en el acumulado de doce meses, el BCRA ha incrementado el volumen de sus pasivos remunerados (Leliq y pases) en una cifra cercana a 1,4 millón de millones de pesos. El costo financiero del stock ya supera los 60 mil millones de pesos/mes, por lo que, de cara a 2021, por cada 100 pesos que se emitan para cubrir el déficit fiscal, habrá otros 100 destinados a pagar los intereses de las Leliqs y los pases.

Dejar de perder reservas al ritmo de los últimos meses implica tener que recurrir a más colocación de Leliq para contener las presiones inflacionarias, engordando la cuenta de intereses a pagar.

Fuente: Fundación Mediterranea