«Si no les gusta esta banda déjenlo flotar». Con una respuesta clara y concisa el FMI dejó cerrada la puerta que pretendía abrir el Gobierno para limitar la banda de flotación del dólar.
A algunos funcionarios del equipo económico les preocupa la diferencia entre piso y techo que hoy tiene la zona de no intervención del dólar, fijada en acuerdo con el FMI.
La preocupación más caprichosa. La banda cambiaria ya hoy tiene un piso alrededor de los $39 y un techo arriba de los $49.
El tipo de cambio puede saltar hasta un 30% y el Banco Central no tendría mucho más que hacer que quedarse mirando. Mientras el dólar está dentro de la banda cambiaría el compromiso del organismo es que ni vende ni compra dólares.
Con la preocupación de una corrida generada por la dolarización de carteras en un año electoral el gobierno pensó que podría conmover al FMI y conseguir una banda más limitada.
No tuvo éxito. O una banda así de amplia o flotar libre, fue la única opción del Fondo. Y en la fragilidad de la economía Argentina, flotar libre es mucho más vertiginoso aún que una banda con 30% de amplitud.
En la visita para la última revisión, el organismo fijó límites también para la manera en la que se van a vender en el mercado los famosos 11.000 millones de dólares que desembolsará el organismo en marzo.
No habrá ningún tipo de margen para usar esos dólares de manera sorpresiva en el mercado cambiario e intentar controlar un salto esperado del tipo de cambio.
El gobierno definirá en qué momento empiezan a vender esos dólares. Pero una vez que ponga la fecha, lo ajusta con anticipación y deberá licitar una suma fija, diaria, y con sistema de licitación, al cierre del mercado. La operación la hará el BCRA.
El FMI no quiere sorpresas.