No resulta casual, sino más bien causal, que el argentino promedio elija “el ladrillo” como el destino preferido de sus ahorros. Luego de la crisis del 2001, tanto del sector inmobiliario como el de la construcción fueron los primeros en recuperarse.
También en el período de crisis e incertidumbre que vivió el país durante los años 2008-2009, por causas externas e internas, el sector inmobiliario supo adaptarse al contexto y cuatro años después observamos que dicha inversión resultó “un refugio seguro” para los ahorros que ingresaron en el negocio.
En la Argentina de cara al 2013 ¿que habría que ponderar para salir beneficiados? Primero de todo debe tenerse en cuenta que en la Argentina no hay una burbuja inmobiliaria y no ha habido, porque no existe o existió ningún indicio de burbuja (apalancamiento, crédito barato, suba meteórica de precios, entre otros), mientras que en los países desarrollados los efectos del estallido de la burbuja todavía no han terminado y los precios posiblemente continúen cayendo.
Por lo que no pareciera del todo acertado decir que el precio de las propiedades en Argentina está muy caro debido a que tienen valores similares a viviendas en algunos sectores de la Florida. Como se puede apreciar en el “Reloj Inmobiliario de los mercados de América Latina, Q1 2012”, en la región, el sector se encuentra en alza o auge.
Cómo la evolución de los precios no es lineal, hoy estamos asistiendo a una leve corrección que no termina de materializarse dado el interés opuesto entre compradores y vendedores a la hora de hacer valer sus dólares, que fue la moneda, hasta ahora, en que se pensaron las inversiones. En la mayoría de las ventas que se realizaron los vendedores han tenido que resignar entre un 20 y 25% en dólares en que se pensó la inversión.
Si bien muchos tenedores de inmuebles quisieran tomar la misma decisión, no lo hacen porque no saben qué hacer con los pesos que reciben. Una opción sería invertir esos pesos en “metros cuadrados”, ¿Qué significa eso? Reinvertir esos pesos en nuevos desarrollos inmobiliarios a construir, los cuales en su mayoría han sido pesificados y se pagan en cuotas.
De esa manera, se podrán comprar más metros cuadrados de los que se tenían, se moderniza la inversión y se continúa en un negocio seguro. A la hora de aplicar esos pesos, debe tenerse presente que existe una fuerte segmentación y la brecha existente entre los barrios de mayor y menor valorización es cada vez más amplia y que mientras en el 2002 era de 1,6 veces, hoy esa diferencia puede llegar a 10 veces.
El mejor vehículo de inversión, más que todo en estos momentos, son los fideicomisos inmobiliarios, en donde el dinero aportado para la obra no ingresa en el balance de la empresa constructora, aunque es importante que la misma tenga espalda para apuntalar la obra por si se baja algún inversor. Habiendo analizado el período desde el 2000 a la fecha se observa que existe una relación muy fuerte entre los precios de la soja y del sector inmobiliario.
Por lo que la buena perspectiva del precio de la soja augura lo mismo para los inmuebles, por lo que invertir los pesos en ambas alternativas sería una cuestión de gustos. El ladrillo volverá a ser una inversión segura, sólo que ahora se adaptó, pasando de dólares a pesos.