Que somos unas controladoras o que somos unas derrochonas totales, que morimos por patinarnos el sueldo en el shopping, que invertimos pésimo pero que somos muy buenas administrando el hogar…eso y mucho más se dice de nosotras cuando se trata de definir cómo las mujeres nos relacionamos con el dinero. Pues bien, tenemos algunas noticias: ni nada de todo es mentira pero tampco todo es verdad. Entre el mito y la realidad hay un amplio pasaje donde se ubica el verdadero perfil económico de las mujeres. ¿Cómo es ese perfil? En líneas generales, las estadísticas indican que somos más frías y calculadoras, en el sentido literal del término, a la hora de comprar : usamos muchísimo más las cuotas, aprovechamos los descuentos y estamos atentas a todo tipo de promociones y beneficios. Pero somos humanas, y por más inteligentes que seamos para consumir, muchas veces nos cuesta ponernos a ahorrar y organizar bien nuestras finanzas para alcanzar nuestros verdaderos objetivos económicos. Para que te resulte más fácil, te armamos esta guía.
Suena aburrido y muy poco pasional pero la verdad es que, cuando hablamos de dinero, nada se logra si antes no se lo piensa detenidamente. Vivir al día, sin priorizar gastos y sin contar con un horizonte de mediano y largo plazo te llevará, indefectiblemente, al caos financiero. Y nunca a tener tu propia casa, comprarte el auto que te gusta o incluso a pagarte el viaje de tus sueños. En definitiva, planificar es acostumbrarte a organizarte, igual que lo hacés cuando querés algo puntual, como comprarte ese tapadito divinooo (y carísimo, por supuesto) o LA cartera que te va a solucionar la vida. Está comprobado que la mayoría de las personas alcanzamos un buen nivel de disciplina económica en pos de un objetivo inmediato o casi. Sin embargo, nos cuesta perpetuar esa conducta en el tiempo. Es como hacer dieta. Lo soportamos un par de semanas, incluso meses, pero cambiar de hábitos es ya es otro tema. Pues bien, de lo que hablamos acá es de modificar permanentemente nuestra conducta y tener claro cuáles son nuestros objetivos de corto, mediano y largo plazo; qué gastos son imprescindibles y, sobre todo, a qué aspiraciones no estamos dispuestas a renunciar. A partir de ahí, es cuestión de actuar en consecuencia.
· Organizá tu capacidad de ahorro
Si no es la base de la fortuna, el ahorro es al menos la base de una economía ordenada. El secreto es empezar cuánto antes. Cualquiera sea el monto que puedas ahorrar, invertido en la más básica de las herramientas que es el plazo fijo, puede convertirse en una segunda jubilación si te avivás a tiempo (antes de los 40!!). Si no, la sana costumbre de todas maneras te ayudará a tener más recursos disponibles. Pero ¿cuánto hay que ahorrar para que sirva para algo? La primera respuesta es “lo que sea, sirve”. Elaborando un poco más, te podemos decir que normalmente se considera que separar entre 10 y 20 por ciento de tus ingresos mensuales debería implicar un nivel aceptable de ahorro acorde a tus posibilidades. Claro que si el nivel de ingresos es relativamente alto, esa cifras se deberían incrementar. Definir un porcentaje y no una suma fijar es importante si tus ingresos son variables, así no quedás ahorcada cuando éstos son bajos ni gastás de más cuando son más altos. Igual de importante es que las pautas de ahorro sean consistentes con tu personalidad y estilo de vida para que puedas sostener el hábito en el tiempo y no se transforme en un sacrificio cada vez más difícil de sobrellevar.
· Afianzá tu relación con el banco
No hay nada peor que hacer trámites en el banco, estamos de acuerdo. Pero si vas a vivir integrada económicamente a la sociedad, está bueno que aprendas a lidiar con ellos e, incluso, a beneficiarte de su existencia. Para eso, es importante que tengas presente algunas cuestiones básicas. Lo fundamental es conocer la diferencia entre cuentas. Una caja de ahorro no es lo mismo que una cuenta corriente, no tiene los mismos usos ni los mismos costos. La famosa cuenta sueldo es gratis y, en general, el banco donde te pagan te bonifica otras cuentas y tarjetas de crédito. Atención: sólo usá lo que de verdad necesites y conozcas bien. Si no, vas a pagar costos innecesarios y correr riesgo también innecesarios. Por ejemplo , no pidas la chequera de la cuenta corriente si no tenés ni idea cómo se hace un cheque. Puede que algún día uses alguno y, ante la falta de costumbre, te olvides de cubrirlo y entres así en la lista negra de las finanzas. Las tarjetas, de crédito y débito, son tus aliadas si las usás bien. La primera puede ayudarte a ahorrar (a veces) y pagando con la segunda te ahorrás impuestos (5% de IVA).
· Evaluá tus gasto
Conocer con precisión en qué nos gastamos la plata es imprescindible para que el dinero nos alcanza para lo que realmente queremos hacer. En ese tren, muchas veces es necesario que eliminemos gastos que en ocasiones ni siquiera percibimos o que no nos aportan mayores beneficios. Para hacer es una amplia evaluación de gastos, te recomendamos agruparlos en categorías y armarte un cuadro de doble entrada donde ubiques los gastos fijos y variables en las líneas horizontales y los cruces con imprescindibles y secundarios en dos columnas. Después, solo rellená los casilleros. El cole de los chicos, la prepaga o la cuota del crédito serán gastos fijos imprescindibles mientras que el súper es imprescindible pero variable; el gimnasio o el cable es un gasto fijo pero probablemente secundario mientras que comer afuera o la pelu es un gasto variable y secundario. Es en este último rubro donde más se puede recortar si necesitás entrar en un plan de ajuste. Pero también están los gastos imperceptibles, como el cafecito que te tomás todas las tardes en el trabajo o la gaseosa por la calle en el camino de ida o vuelta. Anualmente, sólo esos gastos mínimos pueden llegar a sumar más de 10.000 pesos en un hogar, monto que podría tener un destino mucho más gratificante o útil.
· Invertí fácil y bien
El concepto de inversión está asociado al riesgo y a la intención de preservar e incluso incrementar el valor de nuestro dinero. Muchas veces, porque no nos animamos a tomar una decisión o no queremos asumir ningún riesgo, preferimos no hacer nada con nuestro dinero. Eso equivale a tolerar un riesgo inevitable, al menos en la Argentina de hoy: el de la inflación. Por eso, no hacer nada con tu plata es un error garrafal. Para simplificarte la vida, podés pensar en hacer un plazo fijo buscando la mejor tasa de interés posible, aunque difícilmente consigas una por encima de la suba de precios. Comprar dólares, el clásico argentino, es en este momento una buena inversión pero algo complicada dados los controles vigentes, con lo cual una visita a tu ejecutivo de cuenta del banco puede ayudarte a pensar en un fondo común de inversión (es tan fácil como un plazo fijo pero ofrece más posibilidades)o incluso introducirte en el mundo de los bonos. Por ejemplo, YPF te ofrecía el mes pasado un interés de 19% anual si comprabas bonos de la empresa, lo que se puede considerar una oferta atractiva, al menos para el corto plazo. La clave: informarte.
Este es un resumen de Economía con Tacos Altos, para adquirir este u otros libros de finanzas personales que te ayuden a organizar tu economía, consulte aquí.
Adriana
estoy leyendo el libro y me está siendo muy útil. Estoy alquilando y tengo que renovar el contrato así que evaluo también la posibilidad de adquirir una vivienda. Intente aplicar la fórmula que dan en el libro: » si el dinero que estás pagando por el alquiler equivale a menos del 1% del valor anual de ese inmueble», pero no la comprendo del todo. Me pondrían un ejemplo practico. Gracias