La gente, en general, tiene la idea de que endeudarse es malo o perjudicial. Pero al igual que tantas otras, es una creencia equivocada. De hecho, en el esquema ahorro / inversión de cualquier economía, las “familias” son unidades superavitarias o ahorradoras netas, mientras que las “empresas” son unidades deficitarias netas en el sentido que necesitan “endeudarse” para llevar adelante sus proyectos de inversión. Aún cuando una empresa cuenta con la posibilidad de financiar con capital propio una inversión, muchas veces opta por financiarse con capital ajeno, tomando deuda. Esa decisión apunta a “potenciar el rendimiento del dueño”.
Un buen ejemplo serían las “pre-ventas” que lanzan los desarrolladores inmobiliarios. Supongamos que construir un edificio de 20 departamentos cueste u$s 600.000 y se espera tener una renta del 30% sobre la inversión. Si el desarrollista pone de su bolsillo el total de la inversión, la rentabilidad esperada (si la evaluación fue correcta) será del 30%. Pero si el desarrollista pre-vende el total de los departamentos y los inversores deben desembolsar el 30% al contado y el resto en cuotas hasta la finalización del proyecto, el desarrollista “construye con plata ajena” (o sea, está endeudado con los inversores) y su rentabilidad se incrementa (el 30% aportado por los inversores podría servir para hacer acopio de materiales, una parte la pone el desarrollista para mano de obra y el resto sale de las cuotas que pagan los inversores).
Lo mismo suele ocurrir con un inversor que compra una propiedad o un lote en cuotas. Como puede ocurrir que el precio del inmueble suba antes de que se terminen de pagar las cuotas, si se produce la venta en ese período, la ganancia para el inversor será mayor que si hubiese realizado dicha inversión al contado.
¿Cómo saber si es nocivo tomar un préstamo? Si la inversión que se realiza produce una ganancia o rentabilidad menor al costo de la deuda, no es bueno. Por ejemplo sería errado contraer una deuda de $100.000 con un costo del 10% de interés anual, si la inversión rinde el 8%; pero sería un acierto si la relación fuera inversa.
Una aclaración importante, es siempre nocivo tomar deudas para financiar gastos corrientes y exclusivos. Esto es algo que ocurre generalmente en momentos de crecimiento económico y no es patrimonio exclusivo de los argentinos.
Un nuevo estudio llevado a cabo por la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago mostró que gran parte del dinero que los americanos tomaron prestado, dando como garantía sus propiedades cuyos valores subían en forma sostenida durante la burbuja inmobiliaria se destinó a gastos corrientes y a vivir más allá de sus posibilidades.
Pasaron de estar “endeudados y ricos” a estar “endeudados y muy pobres”.
Hay infinidad de proyectos de inversión y algunos requieren un capital menor a los $100.000 mientras que otros demandan una inversión mayor: invertir en un criadero de truchas; traslado de personas con movilidad reducida; chequear autos usados; libros personalizados, para citar algunos. Muchos de estos proyectos que requerían una inversión muy alta entre el 2003 y 2007 (por el gran crecimiento económico) hoy se hacen más accesibles.
La falta de capital no es un problema para concretar una inversión si logramos que alguien nos financie. Lo importante es hacer una evaluación exhaustiva del proyecto para poder “vendérselo” a quien nos va a prestar el dinero. Tener que pagar intereses por contraer una deuda para un proyecto de inversión rentable es sano, a diferencia de pagar intereses por no poder pagar más que el saldo mínimo de la tarjeta de crédito. Lo más probable es que en este último caso termine “endeudado, quebrado y muy pobre”. Mientras que en el primer caso, si hizo las cosas bien, lo más probable es que termine “endeudado y rico”. Si lo logra, la mejor noticia es que todos querrán “prestarle” para unirse a su éxito.