Para quienes ven la vida como una serie de ascensos de un nivel de lujo al siguiente, la “¿inversión?” en un auto adquiere una relevancia suprema. Para quienes dan mayor ponderación a ser “económicamente independiente y autónomo” y no creen que el propósito de la vida sea parecer ricos, la compra de un auto es parte del presupuesto anual familiar.
En palabras de un multimillonario americano: “si su objetivo es tener seguridad económica, tal vez la logre…pero si su motivación es ganar dinero para gastarlo en la buena vida…nunca lo conseguirá”. Querer comprar “autos a lo millonario”, o sea, más allá de sus posibilidades pone en riesgo el bienestar económico actual y futuro suyo y de su familia.
¿Existe alguna dieta “financieramente saludable” que nos diga que porcentaje de nuestro patrimonio debiera representar el valor del auto? Lo aconsejable es que dicho valor no represente más del 15% del patrimonio familiar. O sea, que para una familia que cuenta con un patrimonio de u$s 100.000, el valor del auto no debería exceder los u$s 15.000. En el caso, de que una persona tenga una especial debilidad por los autos, podría salirse de la dieta pero ahorrando en la compra de otros bienes. Por lo tanto, la calidad del auto a poseer, debería subir proporcionalmente con nuestro ingreso.
Lo más probable es que nuestro ingreso suba por nuestro esfuerzo laboral o por nuestras inversiones financieras o una conjunción de ambos. Sin embargo puede ser que el mismo no suba dado que existe una “relación inversamente proporcional entre el tiempo que se emplea en comprar artículos de lujo, entre los que se incluyen los autos y el tiempo empleado para realizar inversiones y planificar el futuro financiero”. Dado que el tiempo, la energía y el dinero son cosas finitas, hay que usarlas de manera inteligente. Sea honesto consigo mismo y hágase la siguiente pregunta:
¿Cuánto tiempo gasté en averiguar la compra de mi último auto y cuánto en analizar mis inversiones financieras? Seguramente a nadie sorprenderá la cantidad de tiempo destinado a la compra del auto, pero a muchos sorprenderá el alto porcentaje que el valor del auto representa sobre el total del patrimonio. Esta es una de las razones que permite explicar porqué dado dos personas con el mismo ingreso anual, una tiene un mejor bienestar económico que la otra.
Muchos de las personas que yo llamo “apremiadas” (que tienen un patrimonio inferior al que deberían tener en función de su “ingreso y edad”) gastan más del 30% de su patrimonio en la compra de su vehículo. Esta sería una de las causas que tiende a explicar porqué, cuando la venta de automóviles en Argentina alcanza valores récords, hay cada vez menos personas que se “vuelven ricas”. Si la mayoría de los compradores de vehículos no son ricos, ¿porqué no capitalizar ese mal ejemplo y buscamos formar parte de esa minoría que “tiene un buen auto y encima plata”? Al fin y al cabo, a quien no le gusta que le digan “qué nave papá” o “que máquina mamita”.