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Planear el retiro con anticipación – parte II

Planear el retiro con anticipación – parte II

Resulta de vital importancia determinar el ingreso que se va a necesitar durante la jubilación. De esta manera se sabrá cuánto se debe ahorrar para mantener el estilo de vida deseado.

Por otra parte, es la única forma de no echar mano del capital para cubrir los gastos corrientes, algo que se proponen la mayoría de las personas, ya que pretenden dejarles bienes a sus descendientes. Una de las reglas generales es que se necesita entre el 60% y 80% del ingreso que se tenía antes de jubilarse. Desde luego que si se espera tener mayores gastos, como por ejemplo realizar viajes con asiduidad en los primeros años del retiro, posiblemente se necesite un porcentaje mayor. Es de suma importancia que se comience a dar mayor importancia a este tema una vez cumplidos los 50 años, porque:

 

En la etapa pasiva es mejor ser un “triunfador” que un “desprevenido”.

 

A la hora de la jubilación sin duda se descubre si uno es un “triunfador”, un “estándar” o un “desprevenido”. Esto se relaciona básicamente con tres variables:

 

a) el ritmo al que se acumuló la riqueza previa a la jubilación;

b) el ritmo al que se sustituyó una fuente de ingresos (laboral) por otra (la que resulta producto de los ahorros e inversiones) y

c) la tasa de crecimiento de los gastos de consumo en los años próximos al retiro.

 

Los estudios muestran que los “triunfadores” acumulan riqueza y sustituyen sus fuentes de ingreso con mayor rapidez que el resto. Estas personas, que son el ideal al que hay que aspirar, mantienen un índice constante de crecimiento en su consumo antes del retiro y lo incrementan rápidamente una vez que se jubilan, sobre todo en viajes y diversiones.

Por el contrario, los “desprevenidos” acumulan riqueza y sustituyen sus fuentes de ingreso a un ritmo más lento.         En general son quienes no hacen previsiones para el retiro incluso cuando éste ya está muy próximo. Lo más común es que el día en que se jubilan entren en un estado de shock, ya que sus gastos se hunden como una piedra en el agua. En general viven de la jubilación estatal, que sirve de muy poco, de algunos ahorros que se terminan rápidamente y luego tienen que mendigar a sus hijos un poco de ayuda.

El grupo “estándar” se halla entre estos dos extremos. En general van bajando sus gastos antes de jubilarse y al momento del retiro bajan el consumo de una manera drástica para luego estabilizarse.

 

 

La distribución de los ahorros para la jubilación

 

La manera en que se distribuyen los ahorros para afrontar la etapa pasiva es de suma importancia, dado que condiciona la forma en que se gasta.

Los ahorros acumulados se pueden dividir en:

a)           Ingresos corrientes, provenientes de la jubilación o de rentas.

b)           Activos líquidos, entre los que se encuentran los bonos y las acciones.

c)           El valor patrimonial de la vivienda propia.

d)           Los ingresos futuros de una eventual herencia.

e)           El valor patrimonial de otras viviendas.

 

Es interesante observar que los jubilados, en general, financian sus gastos de consumo con las “cuentas de ingresos actuales”. Esto se condice con el hecho de que controlan su gasto aplicando reglas que identifican las partes de su riqueza o ahorros que están prohibidas cuando se trata de gastar en categorías específicas.

Lo que se constata habitualmente es que el acceso a los activos líquidos, al valor patrimonial de la vivienda y a los probables ingresos futuros está prohibido para todos los gastos de consumos, a excepción de los que podrían ser gastos en restaurantes y vacaciones. Todas las demás categorías se financian con ingresos corrientes.

Cuando los jubilados comienzan a usar activos líquidos para financiar algunos gastos de consumo, o sea, a echar mano del capital, lo primero que utilizan son los activos líquidos. Es excepcional que usen las propiedades, tanto la vivienda como las secundarias, o los ingresos futuros. Incluso la mayoría de las personas jubiladas son bastante renuentes a reducir el tamaño de sus viviendas para incrementar sus gastos de consumo.

En el caso de los “desprevenidos” la renuencia disminuye y se ve una mayor disposición a usar los activos líquidos para financiar gastos de consumo. Esto se da porque muchas veces se encuentran en serios aprietos económicos.