Después del terremoto que atraviesan hombres y mujeres en una separación, las marcas que deja ese proceso en la vida no son fáciles de borrar y definitivamente los condicionarán en cada uno de los pasos a seguir en adelante. No sólo en cuestiones amorosas, sino también en cuestiones financieras.
¿Cuánto tarda un hombre en casarse por segunda vez después de haber dejado la mitad de su casa –o peor aún, la mitad de su empresa- en manos de su primer pareja? ¿Qué le pasa a una mujer que dejó de ser ama de casa y salió a buscar trabajo sin tener experiencia forzada por un divorcio que la dejó en la calle cuando su nueva pareja le dice que deje todo para seguirlo…?
Hombres y mujeres ven las finanzas personales de modo diferente después de atravesar un divorcio, una separación o enfrentar la viudez. Reformular la economía cotidiana cuando ya no son dos los que aportan a un proyecto común representa un desafío. Qué puede ser aún mayor para el integrante de la pareja que representaba el menor ingreso o que no trabajaba -en general la mujer- y que debe revisar como insertarse en el mercado laboral o poner en marcha un emprendimiento cuando hace 10 o 20 años que dejó el mundo laboral.
El que era el principal proveedor vive con la sensación de empobrecimiento porque tuvieron que repartir la casa, el auto o las acciones de la empresa. Si bien siempre tuvieron sólo la mitad de eso que estaban construyendo económicamente cuando estaban en pareja, porque se trataba de un bien ganancial, siempre lo percibieron como propio y la división de bienes impacta en la vida de un modo inesperado.
Hay una creencia generalizada de que volver a estar sólo después de una separación es más traumático para la mujer que para el hombre.
¿En que se sustenta esa idea? En que tres de cada cuatro mujeres que se quedan solas luego de una separación tiene grandes problemas económico. También tres de cada cuatro madres no reciben la totalidad de lo que les corresponde por la cuota alimentaria de los hijos que quedan bajo su custodia.
Pero también los hombres separados pierden entre el 10% y el 40% de su nivel de vida tras un divorcio y sus ingresos caen en promedio un 25%, mientras que el de las mujeres lo hace un 50% en promedio.
Es cierto entonces, la situación es compleja para ambos sexos, pero es más difícil para las mujeres. ¿Pero qué pasa el día después?
El profesor Yannis Georgellis, director del Centro para el Estudio del Empleo, Habilidades y Sociedad de la Escuela de Negocios de Kingston, dirigió un estudio a lo largo de dos décadas en donde se le preguntó regularmente a 10.000 personas de entre 16 y 60 años, en Inglaterra, la “tasa de su propia felicidad” antes y después de eventos importantes que afectan sus vidas. Se evaluaron situaciones como el matrimonio, la viudez, el nacimiento de un hijo, el divorcio, el desempleo y la pérdida de un trabajo.
Y la conclusión a la que llegó Georgellis fue que las mujeres son mucho más felices y satisfechas con sus vidas luego de la separación. ¿Por qué?
Experiencia: las mujeres que en la actualidad se enfrentan al mundo laboral, a la realidad de llevar adelante un hogar solas, están amigadas con el mundo del trabajo. Puede costarles más o menos tiempo insertarse, pero saben que lo pueden lograr.
Grupo de soporte: el entorno las ayuda, tiienen amigas, hermanas o compañeras de oficina que enfrenta el desafío de llevar adelante un hogar solas y funcionan como la voz de la experiencia.
Positivo: el camino de generar y ganar autonomía, que una mujer logre “mantenerse” sola, tiene una carga positiva.
En tanto, los hombres han sido educados para ser independientes, autónomos y competitivos, y normalmente también se sienten más contentos al separarse, pero la sensación no es tan marcada. Y es que el desafío para ellos es el de ingresar en el territorio de armonizar el hogar y hacer las tareas domésticas, que en gran medida delegaron en las mujeres durante la pareja y que les resulta poco amigable. En contraposición a lo que sucede con las mujeres, lo que ganan los hombres, no es percibido como positivo.
ESTE ES UN ESTRACTO DEL LIBRO «LAS BILLETERAS SON DE MARTE, LAS CARTERAS SON DE VENUS», DE EDITORIAL PLANETA.
Jose Antonio Barrios
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