Jason Zweig nos cuenta en The Wall Street journal como se infla una bubuja. Veamos
¿De dónde vienen las burbujas del mercado? Un equipo de neurocientíficos y economistas ha producido la primera evidencia científica de algo en lo que los inversionistas prudentes han creído durante mucho tiempo: prestar atención excesiva a lo que el resto está haciendo es la forma más fácil de provocar un desbarajuste.
El nuevo estudio no puede prevenir los contagios masivos que terminan en burbujas, pero podría ayudar a pensarlo dos veces antes de ser arrastrado por la siguiente.
Los economistas no han podido explicar la razón por la que los mercados se transforman en manías. Algunos han negado la existencia de las burbujas mientras que otros han sostenido que las burbujas deben ser de algún modo «racionales». A menudo, el argumento es que las burbujas son provocadas por operadores «con poca información» o lo que se conoce en la jerga de Wall Street como «dinero tonto», mientras que el «dinero inteligente» se queda al margen.
Sin embargo, el hallazgo más reciente sugiere que las burbujas pueden ser causadas no por falta de información, sino por los operadores que tienen un exceso de información.
El estudio, publicado este mes en la revista Neuron fue conducido por economistas, psicólogos y neurocientíficos del Instituto de Tecnología de California (Caltech), la Universidad Royal Holloway de Londres y la Universidad de Utah. La investigación fue encabezada por Colin Camerer, quien dicho sea de paso acaba de obtener uno de los llamados «premio de los genios» MacArthur hace una semana por sus estudios innovadores sobre el comportamiento financiero.
En el experimento, los cerebros de los estudiantes de Caltech fueron escaneados mientras veían la negociación de una acción en un juego de laboratorio. En ese mercado experimental, el valor intrínseco de la acción se basaba en el pago de dividendos y declinó casi a cero en la última ronda.
En la mitad de las sesiones, los participantes vieron negociaciones que no desembocaron en una burbuja y los precios convergieron rápidamente en el valor intrínseco. En la otra mitad, los operadores habían impulsado la acción a múltiplos de dos, tres y cuatro veces su valor intrínseco, formando burbujas que después estallaron y muchos perdieron hasta la camisa.
Pero los participantes no se limitaron a observar las negociaciones. Varias veces durante cada ronda del juego tuvieron la oportunidad de transar a los precios más actualizados del mercado. Posteriormente, los investigadores midieron el nivel de exactitud con el que los participantes podían inferir lo que estaba en la mente de otra persona basándose en una fotografía de sus ojos.
Quienes obtuvieron un puntaje alto mostraron una mayor «activación» mientras estaban negociando en una región del cerebro asociada con la imaginación, especialmente durante los mercados burbuja. En los mercados normales, la activación en esa parte del cerebro llamada corteza prefrontal dorsomedial no estuvo relacionada con su desempeño en los mercados.
Los resultados sugieren que los operadores prestan más atención a lo que otros están haciendo en medio de una burbuja que cuando reina la calma en los mercados.
Además, los más propensos a participar en la burbuja, es decir que compran con más entusiasmo a medida que los precios se disparan y se alejan de su valor intrínseco, prestaron particular atención a las decisiones de otros operadores. «La gente parece comprar porque cree que puede venderle a alguien más que no es capaz de controlarse tan bien como ellos mismos o no es tan clarividente como ellos», dice Camerer.
En otras palabras, conforme los precios suben y el inversionista intensifica la búsqueda por alguien «más tonto» a quien le pueda vender, se puede distraer al extremo de no darse cuenta de que el mayor tonto es él.
Los participantes en el experimento interpretaron los cambios en los volúmenes de transacciones como información sobre la dirección que seguirán los precios, independientemente de si tenían o no poder de proyección. Los operadores más inclinados a participar en la burbuja por demasiado tiempo fueron aquellos cuyos cerebros respondieron de forma más intensa a cambios repentinos en los volúmenes de negociaciones. «Cuando hay estas explosiones de transacciones, muchas personas pueden tener una sensación exagerada de que pueden predecir lo que va a pasar», señala Camerer.
El estudio se basó en una pequeña muestra de estudiantes, no corredores bursátiles profesionales, y no buscó otras explicaciones posibles para las burbujas como el entusiasmo emocional o el deseo de hacer lo mismo que el resto. De todas formas, suena convincente. «Si alguien más está haciendo algo tonto, tal vez debería desconectar la red y los lazos sociales que lo vuelven susceptible», sugiere Camerer. «Podría vivir en Omaha en lugar de Nueva York», añade, en alusión al distanciamiento deliberado de Warren Buffett del alboroto cotidiano de los mercados. «Alejarse del mercado y la burbuja mediática podría ayudar a evitar una burbuja financiera», añade.
También puede usar reglas como esta: nunca compre una acción u otro activo solamente porque el precio ha estado subiendo o venda simplemente porque el precio ha estado bajando. Antes de comprar, analice varios motivos, además del precio, que justifiquen la inversión. Antes de cualquier movimiento grande en el precio, repase esas razones y pregunte si siguen siendo válidas.