La generación de los milenials, los jóvenes que tienen menos de 25 años, no titubea en cambiar de empleo, no tiene puesta la camiseta y valora más el emprendimiento propio que ocupar una posición jerárquica en una firma multinacional. No es casualidad lo que le sucede a estos jóvenes, son hijos de familias que sufrieron la brutal crisis de empleo que tuvo la Argentina en la década del 90 y principios del 2000. ¿Pero cuáles son sus puntos débiles en materia financiera?
Pero las mujeres también heredan un mandato. Las madres de esta generación fueron en muchos casos amas de casa desentendidas de los temas económicos que cuando colapsó el sistema y sus parejas quedaron sin empleo tuvieron que transformar una actividad que realizaban casi como entretenimiento para tener unos pesos propios en el ingreso principal de la casa.
Las mujeres milenials son independientes y fundan relaciones de pareja que las tienen como coprotagonista, nunca en un rol secundario. Pero además los hombres de este grupo, buscan buenas sociedades en la pareja. Lo que se juega en ellos como un nuevo valor es la cooperación. Creen que sus padres quisieron jugar a que eran Superman, todo lo podían, todo lo resolvían solos, absorbían toda la carga. Pero a diferencia de Superman, eran simples mortales, muchas cosas pudieron salirles bien pero en tantas otras fallaron por errores propios y a veces por circunstancias ajenas a ellos. Cuando tuvieron que asumir las consecuencias de algún error de cálculo en sus acciones, todo se desmoronó para la familia entera.
Así como las mujeres se liberan de depender de un hombre que todo lo resuelve y que detenta el poder, los hombres se liberan de la carga que supone esa responsabilidad.
Pero no son todo virtudes, esta generación con el valor de la independencia, el emprendedorismo y la flexibilidad, tiene sus puntos débiles en el manejo de las finanzas:
• Premios que son castigos. Los jóvenes, especialmente, las mujeres, disfrutan de comprar y consumir y ahorrar se les vuelve una tarea difícil. Tentados por promociones, cuotas y 2×1 se declaman independientes porque tienen empleo y viven solos, pero no ahorran ni tienen un fondo de emergencia. Sin dinero para poder afrontar dos o tres meses sin cobrar el salario la autonomía está en terapia intensiva, y la declamada independencia no es más que una dependencia encubierta del trabajo que ocupan.
• Pareja y sociedad. Las mujeres milenials que tienen su propio emprendimiento y se encaminan a ser empresarias hasta que surge alguna limitación al crecimiento profesional de su pareja, y la salida termina siendo incorporarla al negocio. ¿Qué sucede? A medida que el hombre se incorpora la mujer empieza a delegar las cuestiones económicas de la empresa en él y se concentra en las cuestiones internas del negocio hasta que finalmente es el hombre el que se conecta con el dinero y la provisión del mismo, y la mujer queda atada a las cuestiones “domésticas” de la empresa. Termina pidiendo permiso para gastar las utilidades de la compañía que construyó con sus propias manos.
• Soy lo que tengo: Los milenials, y especialmente los hombres de esta generación, crecen en una economía en la que comprar una casa propia es un objetivo imposible, por eso cuando se logra un ahorro importante, compran un auto como símbolo de realización. El llavero es un trofeo, pero no perciben que las obligaciones que traerá aparejado el vehículo les consumirá la capacidad de ahorro que les permitió comprarl y, de nuevo, les restará autonomía porque la dependencia del salario es mayor.
• Emprendedores sin crédito.:Los milenials tienen el objetivo del negocio propio. Idolatran a los emprendedores exitosos mucho más que a los directores ejecutivos de una multinacional. Sin embargo, en una encuesta realizada por el libro “Las billeteras son de Marte, las carteras son de Venus” el 80% respondió que le gustaría tener una empresa propia, pero agregó que encontraban la mayor dificultad en conseguir financiamiento para lograrlo. Más del 60% de ese grupo que lamenta no tener financiamiento confiesa que con sus primeros sueldos se fueron de viaje o se compraron “regalos” innecesarios.
• Socio si, Superman no. Una falsa idea de autonomía para, especialmente para los hombres, hace pensar que no deben pedir ayuda. Entender que en la pareja, en los amigos o en los colegas se puede encontrar apoyo es una tarea titánica, especialmente para las generaciones mayores pero también en algunos milenials. Pero deben entender que nadie es más libre que quien sabe delegar. ¨