Cuando el dólar no se sabe cuánto vale y las inversiones financieras están en un tembladeral, qué pasa con los ladrillos? Mirá la nota de Mónica Fernández en el newsletter de EIDICO sobre el lugar que ocupan los ladrillos.
«Si pensamos en monedas fuertes, lo que en economía se conoce como monedas duras o divisas, inmediatamente llegan a nuestra mente el dólar norteamericano, la libra esterlina, el euro, el yen. Para llevarse el título, tienen una característica común: son comercializadas globalmente y resultan un depósito de valor confiable y estable.
Claro que el oro, por ejemplo, también cumple con esa premisa y es usado como reserva de valor en los más variados portfolios de inversión alrededor del mundo. Puesto en términos de fortaleza y estabilidad, podemos asegurar entonces que los ladrillos son también sin duda una “moneda” dura. Un tanto incómodos de llevar en la billetera, pero excelentes a la hora de protegernos de los cambios de clima económicos.
Según un cálculo realizado por el área de Finanzas de la UADE, tomando como base los últimos 10 años, los inmuebles han resultado de las inversiones más rentables. Si un individuo hubiera invertido $ 100 en un inmueble hoy contaría con $ 1.075 de capital sin contar la renta y $ 1.470 si consideráramos la reinversión de la renta, aportan en la Universidad. Los ladrillos tienen vaivenes, y más en un país como la Argentina, pero a la larga siempre salen airosos.
Una definición que hace algunos años le escuche a Juan Carlos Franceschini, consultor inmobiliario y miembro e la Cámara Inmobiliaria Argentina, pinta a la perfección lo que los inversores pueden esperar de sus ladrillos: “Mientras la tierra gira sobre su eje y pasa de la noche a la mañana, puede afirmarse que los inversores y propietarios inmobiliarios pueden dormir tranquilos porque al otros día, al despertar, nada extraño habrá ocurrido con su inversión: seguramente el valor de su activo se mantendrá invariable como el día anterior”. El real estate, claro, es un negocio NO especultativo (como las acciones, por ejemplo) y como tal hay que tener paciencia para verlo madurar y tomar ganancias.
Veamos más estadísticas que apoyan la teoría del “ladrillo/Divisa”:
- La exposición al real estate aumentó considerablemente desde mediados del siglo pasado. En 1950, según un trabajo que realizó la Revista Forbes donde analizaban el destino de las inversiones de las 100 personas más ricas, sólo el 12 % del patrimonio de estos millonarios estaba en ladrillos. En 2010 (cuando se publicó el resultado), y según la base tomada por Forbes, el porcentaje había crecido al 34 por ciento.
- De acuerdo a los datos del último World Wealth Report 2014 de la consultora internacional Capgemini y RBC Wealth Management, los millonarios del mundo invierten el 20% de su fortuna en inmuebles.
- En Latinoamérica los porcentajes son diferentes: los millonarios tienen el 30,1% de su plata en real estate, el 27,6% en efectivo y depósitos, el 16,8% en inversiones de renta fija, el 13,1% en inversiones alternativas y el 12,5% en acciones.
Y en la coyuntura argentina actual….
En épocas de nervios y mercados financieros alterados como la actual (en la Argentina al menos) la premisa de refugiarse en ladrillos y cemento cobra más valor. El país está en medio de una negociación crucial ante la Justicia de los Estados Unidos para arreglar sus diferencias con los fondos buitres que reclaman cobrar el cien por ciento de sus deudas. Es el deseo de todos, obviamente, que haya un arreglo y que este resulte lo menos doloroso posible dentro de la cirugía mayor a la que nos estamos sometiendo. Pero aún si salimos sin entrar en default técnico, las condiciones económicas seguirán siendo endebles.
No es momento de pensar en inversiones arriesgadas, ni de tratar de hacerse la américa con una corazonada apostando a una acción o a un negocio que podría ser floreciente cuando el clima económico aclare.
Más bien es momento de asegurar los billetes e invertirlos para que nos se los lleve la inflación. ¿Si los más ricos del mundo ponen buena parte de su capital en el inmuebles porque no vamos por el mismo camino?
- No pensemos que sólo los dólares pueden protegernos a largo plazo. Ya vimos que el ladrillo cumple con las características de una “moneda dura”. El camino quizás más tradicional es comprar un inmueble para renta. Pero la construcción es una herramienta más que efectiva para quien ya tiene, por ejemplo, un lote. Lote solo: no da renta y genera gasto.
- La construcción obliga a ahorrar e invertir. Según el Índice CAC el costo del metro cuadrado está rozando los $10.000. Es decir que una casa de 60m2, requerirá de $600.000 aproximados de inversión. Armar tandem con un familiar y poner todo a nombre de los dos es una solución si no dan las cuentas para encarar solos.
- El déficit habitacional que hay en la Argentina genera buenas expectativas de poder alquilar ese inmueble y obtener una renta en torno al 6% anual. No es una ganancia millonaria –tuvo épocas mejores-, pero se protege el capital, se duerme tranquilo, se ahorra y se obtiene un dinero extra que engrosa el ingreso familiar.