Las mujeres y los hombres invierten distinto

Aproximadamente el 50% de la humanidad pertenece al sexo femenino. A pesar de ello y de la constante incorporación de la mujer en el campo laboral, empresarial y de las finanzas, ciertamente esta todavía no ha alcanzado el protagonismo que debería dentro de nuestra sociedad occidental.

Mas allá respecto de si existen o no diferencias psíquicas y físicas entre el hombre y la mujer o si estas no son más que producto del contexto social en el que nos desenvolvemos, es un hecho que al menos en las finanzas, entre hombres y mujeres subsisten diferencias, sobre todo en la manera de relacionarse con el dinero y en cuanta a las necesidades que cada género tiene.

Hoy por hoy, las mujeres no solo tienen conciencia del valor del dinero, sino que lo producen y lo administran a la par de los hombres.

En la Argentina, por ejemplo, un estudio de D’ Alesio Irol y Prudential Seguros, que relevo a 1.129 mujeres, del segmento ABC1, muestra que 7 de cada 10 argentinas de clase media y alta se hacen cargo de la compra de productos financieros y el 33% de ellas toma las decisiones y el control sin consultarle a su cónyuge. Solo el 10% delega la decisión final a su pareja y apenas el 2% no se involucra en la elección. Lo destacable, además, es que esta tendencia viene en línea ascendente desde 2001.

Evidentemente algo está cambiando. De acuerdo con Ana Shaw Gore, gerente de marketing de MLILM, el 80% de las mujeres entrevistadas en un estudio llevado a cabo por dicha institución, expresaron su deseo de ser independientes desde el punto de vista financiero.

Lo señalado anteriormente entierra el mito que existe en la sociedad de que las mujeres solo se interesan por el gasto, lo que lleva a generalizar el hecho de que las compras compulsivas son solo un mal femenino.

Esto ha sido corroborado científicamente a través de la encuesta mas importante realizada hasta el momento sobre el tema, dirigida por el doctor Lorrin Koran, profesor emérito de Psiquiatría de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, donde señala que los hombres tienen la misma propensión que las mujeres a sufrir este trastorno.

Lo que es verdad es que los hombres que compran de manera compulsiva suelen adquirir artículos diferentes de los de las mujeres. Los hombres tienden a comprar artículos de alta tecnología, cámaras, CD, libros, herramientas y aparatos. Por el contrario, las mujeres se inclinan por la ropa, las joyas, el maquillaje, los artículos para el hogar y obras de arte, entre otros. En la sociedad actual a los compradores compulsivos varones se los suele denominar “coleccionistas”, lo que les da una imagen más refinada.

La necesidad de involucrarse más en las finanzas del hogar es más relevante para las mujeres que para los hombres. Una de las razones importantes, entre otras, es que de acuerdo con el reloj biológico actual, las mujeres viven entre 5 y 10 años más que los hombres. Varios estudios señalan que el 80% de las viudas que hoy viven con bajos recursos, no tenían dicho nivel de vida antes de la muerte de sus cónyuges.

De esta realidad se infiere, que la mujer necesita más ahorros que el hombre y en especial precisa invertir a mediano y largo plazo, para hacer frente a dichas contingencias.

Además de estas necesidades diferentes, se encuentran características propias de cada género en el comportamiento financiero general.

Tanto el estudio mencionado por Shaw Grove, como el realizado en 2005 por Merrill Lynch han constatado que básicamente a la hora de invertir, las mujeres:

a)     Se equivocan menos que los hombres, y en especial no suelen cometer dos veces el mismo error;

b)    Son más proclives que los hombres a consultar a asesores financieros y de bienes raíces.

c)     En cuenta al nivel de conocimiento de los instrumentos de inversión saben más sobre los de corto plazo y bastante menos de los de largo plazo,

d)    En el plano emocional, mientras los hombres son más propensos a sentir codicia, soberbia y exceso de confianza, las mujeres padecen de ansiedad, miedo, y falta de conocimiento en sus decisiones de inversión.

Sería saludable, para la relación de pareja, que cada género tome lo mejor del otro para potenciar el bienestar económico de la familia.