La tarjeta de crédito es el instrumento financiero que más y mejor conocemos las mujeres. Los hombres probablemente también, pero lo cierto es que somos nosotras las que hacemos mucho más uso del plástico. Dirán que porque gastamos más. Puede ser, dependerá de las posibilidades de cada uno. Pero lo que estadísticamente cierto es que uno de los principales motivos por los que las mujeres usamos “intensivamente” la tarjeta (más de la mitad de nuestras compras las hacemos por este medio) es que apuntamos a aprovechar al máximo sus beneficios. Descuentos y cuotas se convirtieron para nosotras en dos imprescindibles a la hora de planificar un gasto.
Pero descuento y cuotas no siempre son sinónimos de menor gasto, mejor administración o buen negocio para nosotras. Por el contrario, las campañas de promociones de bancos, supermercados y comercios están pensadas, en definitiva, para que compremos más, no menos. ¿Qué es entonces lo que tenemos que saber para aprovechar los beneficios sin pagar consecuencias? Ofrecemos a continuación una breve guía:
• Lo primero que tenés que saber es que no existen las cuotas sin interés. Mejor dicho, sin costo. Esto porque el cargo que tienen las tarjetas de crédito no es solo el de la tasa de interés, también hay cargos que corresponden al mantenimiento del servicio, al envío del resumen y seguros que se aplican sobre el servicio. Por eso, cuando te dicen que son cuotas sin interés, muchas veces hay una aclaración chiquita que marca en el aviso que el costo financiero total ( CFT)es del 3, 4 y hasta 5%. Eso quiere decir que aunque no te cobren una tasa de interés, vas a pagar un cargo por el uso de la tarjeta .
• Comprar en cuotas “sin interés” es una muy buena alternativa para financiar tus compras, particularmente aquellos montos mayores. Pero para que esta modalidad de pago sea en beneficio propio y no del banco es importante mantener un orden: si acumulás varias compras en cuotas sin interés simultáneas y caés en el efecto bola de nieve, será inevitable que tarde o temprano termines eligiendo la opción de “pago mínimo” para cancelar el saldo de tu tarjeta. Y ahí sí vas a tener que pagar intereses, que pueden superar incluso 60% anual. Lo que te ahorraste por un lado, lo terminás pagando carísimo por el otro.
• A veces, incluso, es mejor elegir cuotas con interés antes que esta opción, generalmente la más cara de todas.
• Cuando el plan de cuotas viene con el gancho de un descuento, el beneficio claramente es mayor pero también los riesgos de caer en tentaciones y desmanejo de la billetera. Los estudios de mercado determinan que, ante el incentivo del descuento, el consumidor no aprovecha el beneficio para ahorrar, sino que lo toma como una oportunidad para comprar más con el mismo dinero que tenía disponible. Y, la gran mayoría de las veces, “aprovecha” para comprar alguna cosita más que también está bonificada. Conclusión: el gasto termina siendo mayor al previsto inicialmente.
Para evitar estos riesgos, la clave es tener orden y control sobre los gastos. Antes de realizar un gasto importante, definir el presupuesto y evaluar las opciones para afrontar la compra. Una vez en la calle, tarjeta en mano, aferrarnos al plan diseñado en casa con la cabeza fría y no caer en la tentación del “tarjetazo”. Lo esencial es recordar siempre la siguiente máxima: “para que sea tu negocio y no el del banco, las cuotas y el descuento deben ser un ahorro, no un aumento del margen para gastar”.