Es posible, y hasta probable, que el dinero no haga la felicidad, pero parece indiscutible que en las relaciones humanas, y especialmente en las de pareja, puede convertirse en un tema central y hasta en un obstáculo insalvable de manera mucho más habitual de lo que se supone. No se trata solo de si se dispone o no de él, sino más bien de la manera en que se aborda la cuestión económica en el seno familiar.
En este sentido, desde el punto de vista de la planificación financiera, las parejas se pueden clasificar en:
a) parejas creativas que quieren tener un nivel de vida superior al que tienen en la actualidad y por lo tanto se preguntan cuánto dinero deben ahorrar para llevar adelante el estilo de vida que se proponen;
b) parejas conservadoras cuyo interrogante suele referirse a cuánto es el mínimo de dinero que deben gastar para sentirse seguras, y su objetivo es que su estilo de vida sea menor que el que desarrollan en la actualidad.
La unión de una persona conservadora y una creativa a veces es complementaria aunque mi experiencia me indica que en la mayoría de los casos termina en que ninguno de los cónyuges logra entender porqué el otro insiste en sabotear su vida desde el punto de vista financiero.
La mejor manera de evitar este problemas es hablando de dinero con su pareja desde el comienzo.
Ponerse de acuerdo en “las cuestiones económicas y la planificación financiera” es un “proceso” que consiste en tres etapas:
a) Establecer “objetivos claros” y entender los motivos que se hallan detrás de dichos objetivos.
b) Buscar el entendimiento del otro mediante la suspensión de todo juicio crítico.
c) Intentar entender -y en este caso será de utilidad la ayuda de un asesor financiero- los aspectos cuantitativos de la vida financiera de la familia.
Esto llevará a testear la relación con su pareja sobre el dinero. Los resultados pueden ser sorprendentes y la charla que se derive sin duda los ayudará a hablar respecto de temas económicos y del futuro financiero.
¿De qué hablar? Primero hay que conocer la situación financiera de la pareja, habrá que abordar la manera en que la pareja maneja el dinero, discutir los objetivos futuros, evaluar las habilidades financieras, hacer una división de tareas en el manejo del dinero, acordar un presupuesto y, por último, establecer un compromiso financiero de cada uno con el otro.
Al momento de poner manos a la obra hay que plasmar los objetivos en números: el mismo determinará si se necesitan modificaciones menores y grandes cambios.
Para que la pareja funcione también en cuestiones financieras es fundamental siempre comunicarse, dialogar y establecer acuerdos.