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Querido, hablemos de dinero: planificación financiera en pareja

Querido, hablemos de dinero: planificación financiera en pareja

Como en otros órdenes de la vida, probablemente la clave del éxito ¨financiero” de una pareja resida en hablar, negociar y acordar sobre el tema. Cada miembro de la pareja tendrá sus propias metas económicas, su idea de cuánto tiempo dedicará al trabajo y a la familia, y su concepto personal sobre cuánto sacrificio y cuánto riesgo está dispuesto a asumir en la vida en términos económicos. Cuanto más claro tengan los dos qué cosas los diferencian y cuáles los igualan, más cerca estarán de consensuar una postura en común y definir un plan con objetivos financieros para la familia.
Estos objetivos requerirán del compromiso de los dos, por lo tanto será necesario que conversen y acuerden cómo ensamblar esa lista en común con los objetivos que cada uno tenía en particular. Si uno de los dos quiere trabajar menos horas cuando lleguen los hijos y el otro quiere cambiar la casa por una más grande en el corto plazo, probablemente alguna de las partes tendrá que ceder porque menos ingresos y casa más grande en el mismo momento en la mayoría de los casos son objetivos incompatibles.
Un buen ejercicio para sentarse a discutir seriamente el tema es empezar por que cada uno elabore una lista de que incluya: valores, objetivos específicos y una valoración interior de qué es importante, cuáles son los motivos y qué lo/la atemoriza. Los objetivos de cada uno tienen motivaciones detrás, por eso hay que entenderlos y comprenderlos, antes de criticarlos.
El siguiente paso será revisar los aspectos cuantitativos de la vida financiera de la familia. Los números cuentan la verdadera historia que muchas veces nos vemos impedidos de ver debido a cuestiones emocionales. El primer paso será desarrollar un inventario de la riqueza que se tiene y del flujo de ingresos que se espera.
Con estos datos la pareja podrá diagnosticar si, con la conducta actual, será posible alcanzar los objetivos financieros que cada uno tiene y los que se han fijado en conjunto. O si hay que hacer cambios más temprano que tarde si no quieren terminar discutiendo sobre cómo se cancelarán las deudas o se achicarán los proyectos porque se volvieron imposibles de alcanzar.
En base a ese resultado se trazará un presupuesto donde además de los ingresos y gastos corrientes quede establecido cuánto dinero se ahorrará para pagar deudas –si las hubiera- o para empezar a cumplir con los objetivos financieros pensados.
El presupuesto permitirá no gastar más allá de los recursos disponibles y alcanzar las metas financieras que se hayan consensuado luego de evaluar las que cada uno tenía individualmente. Esta medida va a evitar malos entendidos sobre la manera de gastar en el futuro y muchas discusiones que podrían ser innecesarias por dinero.
La manera en que se administrará el patrimonio también requerirá encontrar un consenso. En los bancos de inversión es común escuchar que los hombres se definen en su perfil como inversores agresivos hasta que consultan las decisiones con sus esposas y se vuelven conservadores. Es cierto, las mujeres tienden a ser más cautas que los hombres y estos son más arriesgados. Ninguna de los dos posturas es, a priori, mejor que la otra. Por eso será central consensuar las decisiones de inversión y asumir la responsabilidad en conjunto por los pasos dados. No es válido para los autores de esta nota la idea de que uno de los miembros de la pareja delegue las decisiones económicas en la otra. Las dos partes deberán hacer el esfuerzo por comprender los pasos que se van dando y sus consecuencias, porque son en definitiva las que afectarán a toda su familia.

@ceciliaboufflet
@melbaum