Por Daniela Fridman *
¿Por qué se nos hace tan difícil ahorrar? Básicamente porque el ahorro no forma parte de nuestra cultura. No está dentro de nuestro “chip mental”. Muchas personas se lo proponen como un deseo a cumplir pero la mayoría de las veces queda en una idea en el aire que no llega a ejecutarse. Si bien cada situación es particular, hay ciertas reglas básicas, efectivas, a tener en cuenta para quien quiere hacer del ahorro un hábito:
1. Separar todos los meses una cantidad fija de dinero: El primer error en el que caemos al querer ahorrar es guardar «lo que sobre». En general, la gente tiende a gastar lo que gana por lo que la mayoría de las veces no sobra nada. Por este motivo, es importante que dentro de los ingresos del hogar se destine obligatoriamente una cantidad fija al ahorro, como se hace con el pago de los servicios o de los impuestos. También es muy común caer en otro error típico que es pensar que si un mes no separo dinero, el mes siguiente “guardaré el doble”. Si no hay constancia y responsabilidad en el objetivo de ahorro, difícilmente se llegue a la meta.
2.Pensar a largo plazo: Las personas caen en el error de pensar sólo en el presente. Peter Drucker ya lo decía “la planificación a largo plazo no es pensar en decisiones futuras, sino en el futuro de las decisiones presentes”
Todas las personas que quieran mantener su poder adquisitivo a lo largo de la vida, incluso cuando abandonen su vida laboral activa, tendrán que pensar en comenzar a ahorrar hoy, para tener un futuro con un nivel de vida similar al presente. Es importante comenzar cuanto antes, en la primera oportunidad que se tenga porque así se consigue disminuir considerablemente el esfuerzo de ahorro necesario para alcanzar las metas delineadas.
3.Definir un objetivo: para esto debo tener en claro tres variables: qué quiero; en cuánto tiempo; y qué monto tengo que destinar para alcanzarlo.
Mientras más realista sea mi plan, más probabilidades voy a tener de alcanzar el objetivo. Ahorrar con un fin determinado es el mejor de los incentivos (ya sea el capital inicial para el start up de un negocio/proyecto, vacaciones al extranjero, una maestría, una casa, un auto, educación para los hijos, renta para la etapa pasiva).
4.Incrementar el ahorro, no el gasto: En general, las personas tienden a gastar lo que ganan. Es muy común que cuando los ingresos familiares aumentan, inmediatamente también lo hagan los gastos, en lugar de destinar ese ingreso extra o una buena parte del mismo al ahorro.
Vale la pena preguntarse: si hasta antes del aumento alcanzaba para vivir y cubrir los gastos del mes, no hay razón para que no se puedan seguir cubriendo las necesidades con la misma cantidad. Quizá la mejor opción sea destinar la mitad del ingreso extra al ahorro y la otra mitad al gasto diario. Hay que recordar siempre que cuanto más ahorres, mayor será el monto acumulado y más rápido se alcanzarán las metas.
5. Animarse a invertir: Ahorrar e invertir no son sinónimos. Tener el dinero en una cuenta bancaria es casi como tenerlos en el colchón, en cuanto a intereses ganados se refiere.
En el mercado, existen diferentes herramientas de inversión que se adaptan a las necesidades, perfiles y presupuestos de cada persona. No se necesitan millones para invertir en ellas, de hecho existen muy buenas opciones que se inician con mínimos menores a lo que cuesta un tanque de nafta.
La falta de información es tierra fértil para las excusas y para quedarse en el presente sin pensar en el futuro dejando en “el tintero” la idea del ahorro sin llevarlo a cabo. Es importante que te juntes con tu asesor financiero para delinear el plan que mejor se adapte a tus necesidades. Tené en cuenta comenzar hoy porque cuanto antes empieces menor será el esfuerzo económico que deberás hacer para llegar al mismo resultado.
* Daniela Fridman es asesora en Planificación Financiera Personal